Eran los tambores
Señores
aquellos ruidos que hacían abrir los ojos de la Diosa
la que soltaba sus bendiciones de granos y agua.
Se unieron los silbidos del carrizo
entonces los hombres descubrieron su voz
de evocación y ruego
se hallaron en movimientos y golpes de tierra.
Y ahí,
entre la sangre y ceniza
entre su multitud de ser uno
de volver a la desnudez
de encontrar las tranquilas aguas del amor,
transformaron los metales y maderas.
Es lo que se ha repetido
Señores
un ritmo de noche en fuga
en un sitio vagabundo.
Amado Ademar
Es el primer escrito que se hicieron para festejar el 10mo Aniversario, agracedemos enormemente a Amado por su trabajo.
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