Por: Bino Barranco
Fotos: Cortesía de Janette Bizarro,
Enrique Narada,
Cesar Pintor
La
noche del viernes 16 de marzo se llenó de una esencia diferente en la Estación
Amecameca, la razón:la presentación de los cantautores de la región de los
volcanes. Las 8 en punto, y la cita se comenzaba a concretar, algunas mesas
ocupadas, las risas, vasos que chocan y una canción afro antillana sonaba
insistente desde la cabina improvisada de Las negras entrañas de la música.
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Los
cantautores con su espera personal pero también en grupo, están a la
expectativa, algunos afinando su arma musical, algunos más platicando, otros fumando
o tomando el elixir de cebada necesario para esos menesteres beodos y
nocturnos.
El
primero en saltar al escenario es Bino Barranco, cantautor e
intérprete Nezahualcoyense, con canciones minimalistas, nostálgicas, muy íntimas,
casi locales, como con la esencia de una flor volcánica, y jugando con su
loopera va ambientando sus propias canciones con tracks sobrepuestos. Canciones para
el país de maíz, y la ausencia de algo, o de alguien, con cierto tono azul, van
preparando el terreno inexplorado de la noche naciente.
Sigue
Marco
“el Güije”,
o como lo rebautizó la granDiosa Nina Galindo, “la Güija escupidora (chiste
local)” con
canciones desenfadadas y sin condescendencias, va recetando sus
melodías atonales con ese encanto que le caracteriza, sus letras llenas de
metáforas, el
mismo es una de ellas, cuentan historias de amor, desamor, desencanto y sueños
como cannábicos, según Orlando “el Lobo estepario” -el más arriesgado de
todos.
Le
sigue en orden de aparición, Enrique Narada, con un sonido más
maduro, más profesional, y al parecer con tablas en la cuestión de presentar sus
canciones, hace una introducción antes de cada canción, sus letras más juntas
al pop y la música indie, van contando historias redondas, sin ningún hueco.
El
ambiente ya está en su punto.
Prosigue,
Lorena
Holly,
con su guitarrista y compañero Orlando Canseco “el Lobo estepario”. Lorena escribe y canta
con tal soltura que se hace evidente su
formación académica, historias atrevidas y enamoradas otras, van dejando en el
ambiente un sabor dulce, la guitarra bluseada le proporciona otro plus.
Rafa
Calderón y Mara García al escenario, temas variados,
desde el amor
añorado, hasta las matanzas en Acteal, un arco iris de letras, y dentro de cada
canción, Mara con su pluma libre recita sus poemas brillantes y atrevidos.
Los
parroquianos ya están en punto de ebullición.
Y
para cerrar con broche de oro (trillado pero cierto), los invitados de la
noche, Francisco
Natera
(guitarra y voz), Paty Piñón (percusiones), Didier Sánchez (bajo) y Roberto
Meléndez
(violín) llenan
la atmósfera de música con raíces en la tierra, y frutos en la emoción del
público que pide una más cuando se despiden, canciones que hablan de
los tiemperos, las flores y esa conexión que les da, vivir tan cerca de la
naturaleza volcánica.
Una
noche memorable y única en la Estación Amecameca, recinto que se arriesga y da
cabida a este tipo de expresiones alternativas y difíciles de encontrar así
como juntar. Un logro hermoso, entonces.
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Los
Cantautores de la región de los volcanes (la Tribu), esperarán impacientes el
próximo concierto, desempolvarán las ansias y esos nervios que anticipan al
primer acorde, a la primera palabra, sacudirán sus almas y las cantarán,
echándolas al vuelo, y al final, esperarán que esa ave-canción se pose en el
nido de cada corazón que les escuche.