Por: Elizabeth León –Rommy–
El dilema de contar con tiempo
libre durante estás vacaciones que muestran la insistencia de un dogma por
conservar ciertos ritos que nos hagan recordar (sentirnos culpables) de el
poder de un ser divino tienden a ser frustrantes sobre todo cuando no se tiene
nada que hacer después de una rutina. Pero el tema de las prácticas religiosas
es lo que menos me interesa discutir. La intención de esta editorial es tratar un
poco sobre esa incomoda necesidad de la vida social y los gastos de temporada: Vacaciones… ¿Sin dinero y sin pareja?
Días antes del inicio de las vacaciones me toco en varias ocasiones platicar o
escuchar (casi siempre es así) Que estas temporadas de descanso pueden llegar a
ser chocantes si no se cuenta con alguno de estos elementos, pero hay quienes
por necesidad o convicción, aprendimos que se puede disfrutar de una semana
vacacional con uno mismo, con el mínimo de inversión y además, alimentar esa
parte humana que nos hace entender la realidad. En breve podría decir que esta
semana fue intensa donde recordé un fragmento de un poema de Nezahualcóyotl:
¿Acaso se vive por siempre en la tierra?,
no para siempre en la tierra,
solo un instante aquí.
Y es que si la naturaleza nos hace
recordar lo frágiles que somos ante el universo, entonces tendríamos que tratar
de encontrarnos, vivir y esforzarnos por disfrutar de lo que más nos apasiona.
Y como a mi me apasiona el teatro, pues estos días fueron un buen pretexto para
disfrutar de cuatro puestas en escena que están por terminar temporada, es
necesario no perdérselas.
Para empezar la semana, el pasado Domingo 13 de abril, pude
disfrutar de la creativa obra La
doncella ponzoñosa de Martín
López Brie en el Teatro Julio Castillo
del Centro Cultural del Bosque, una leyenda sobre una mujer que es educada
para acabar con el enemigo de quién se enamora. La obra esta dirigida para el
público infantil, aunque yo recomendaría para mayores de 12 años pues a pesar
de que la producción es muy vistosa; la trama podría ser más atrayente, ya que se
desarrolla en el tiempo donde las mariposas comienzan a revolotear y por tanto
tiende a ser más significativo. Pero fuera de esto es gratificante ver el
detalle del diseño de vestuario, la música en vivo con percusiones e
instrumentos de viento, la pulcritud de la expresión corporal de los actores y
la magnificencia de las máscaras y los movimientos con ellas. Todo en su
conjunto nos adentra al mundo mágico de los enamorados y sus dificultades.
El martes 15 de abril, en el Teatro La Capilla con la obra Jacinto y Nicolasa de Camila Villegas y bajo la dirección de
Alberto Lomnitz nos demuestra que se
puede hablar de la violencia en nuestro país, el narcotráfico, la
discriminación a nuestros pueblos originarios, lo negligente del cuerpo de
seguridad y la burocracia, sin caer en el panfleto o en el temor de la protesta. Con tan solo dos sillas sobre el escenario nos
llevan a diferentes espacios donde se encuentran los personajes, cuya actuación
tan real y excelente esta a cargo de Olivia Lagunas y Bernardo Velasco, quienes
en escena nos hacen ver a dos raramuris aguerridos por defender y recuperar a
los suyos. Sin duda, es una obra que no podemos perdernos y que se agradece a
los miembros del teatro por haber alargado la temporada de esta puesta.
En este mismo teatro el día jueves 17 de abril, se presento
Cochi León, dramaturga y critica teatral contemporánea; junto con su compañero
de escena; también autor y director de la obra Antonio Zúñiga, quienes hacen
una buena mancuerna quienes con un humor negro presentan Memorias de dos hijos caracol donde
dos niños de distintos territorios por cuestiones del destino se encuentran en
un colegio. Ambos, desde sus propias dificultades encuentran similitudes que
los convierten en grandes amigos. La
pobreza, la homosexualidad, los esfuerzos de una madre soltera y otra
prófuga, la educación que recibimos que nos
marca de alguna forma para toda la vida, son algunos de los temas que esta obra
nos narra a través de estos pequeños inocentes de la realidad donde el único
consuelo que nos queda es aprender que “en esta vida todo es temporal” y que el
“hogar lo encontramos donde esta nuestro corazón”.
Y para finalizar con intensidad
entre punk, rock, metal y otros géneros musicales, en el Teatro Isabela Corona en Tlatelolco, nos lleva entre la locura y lo
bizarro con la obra Pinoxcho puesta en escena a
cargo del grupo de teatro Figurart. Con un toque gótico, sensual, desquiciado y
abstracto, los actores manipulan marionetas, títeres y otros elementos que dan
formas humanas que son los protagonistas de la obra. Por un camino crudo de
violencia, drogadicción, robo y la esperanza de posibilidades para cambiar la
realidad de este vulnerable ser, el reconocimiento esta en que sin nada de
diálogos el mensaje es claro, fuerte e intencionado. Además de resaltar la ventaja de trabajar en
un teatro, pues les permitió jugar con la escenografía en distintos ambientes,
juegos de luces y al director con las habilidades de sus actores.
Así, retomando la intención de esta
opinión, les recomiendo estas obras teatrales, recordándoles que si se cuenta
con poco presupuesto siempre existen descuentos, promociones o la posibilidad
de disfrutar en otros foros más accesibles en algunos casos de acceso gratuito.
La idea es buscar estas
posibilidades y muchas veces dejarse llevar por casualidades para llegar a estas
obras que nos dejan un mensaje o nos refleja nuestro miedo, nuestro entorno y
la responsabilidad de uno mismo por cambiar, aceptando el ser uno mismo o el
yo, conmigo y reconocernos entre todos.
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